lunes, 17 de mayo de 2010

EDUCACIÓN Y SOCIEDAD

Recuerdan los textos que les repartí con las historias? bueno aquí les dejo al resto que no pudo leerlas....
 UN POQUITO ACERCA DEL MARISCAL DE AYACUCHO




El General Antonio José de Sucre nació en la ciudad de Cumaná, en las provincias de Venezuela, el 3 de Febrero de 1795, de padres ricos y distinguidos. Recibió su primera educación en la capital de Caracas. En el año de 1808, inició sus estudios en Matemática para seguir la carrera de ingeniero. Empezada la revolución se dedicó a esta arma y mostró desde los primeros días una aplicación y una inteligencia que lo hicieron sobresalir entre sus compañeros.. Sucre siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su inteligencia y por su valor.


El General Sucre sirvió al Estado Mayor General del Ejército de Oriente desde los 14 hasta los 17 años, siempre con aquel celo, talento y conocimientos que los han distinguido tanto. El era el alma del ejército en que servía.


Después de la batalla de Boyacá, el General Sucre fue nombrado Jefe del Estado Mayor General Libertador, cuyo destino desempeñó con su asombrosa actividad. En esta capacidad, asociado al General Briceño y Coronel Pérez, negocio el armisticio y regularización de la guerra con el General Morillo el año de 1820. Luego fue destinado desde Bogotá, a mandar la división de tropas que el Gobierno de Colombia puso a sus órdenes para auxiliar a Guayaquil que se había insurreccionado contra el Gobierno Español. Allí Sucre desplegó su genio conciliador, cortés, activo, audaz. Dos derrotas consecutivas pusieron a Guayaquil al lado del abismo. Todo estaba perdido en aquella época: nadie esperaba salud, sino en un prodigio de la buena suerte. Pero el General Sucre se hallaba en Guayaquil, y bastaba su presencia para hacerlo todo. El pueblo deseaba librarse de la esclavitud: el General Sucre, pues, dirigió este noble deseo con acierto y con gloria. Triunfa en Yaguachi, y libró así a Guayaquil. La batalla de Pichincha consumó la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor. Entonces fue nombrado, en premio de sus servicios, general de división e Intendente del Departamento de Quito. Aquellos pueblos veían en él su Libertador, su amigo; se mostraban más satisfechos del jefe que les era destinado, que de la libertad misma que recibían en sus manos. Las operaciones del General Santa Cruz en el alto Perú habían empezado con buen suceso y esperanzas probables.


El General Sucre había recibido órdenes de embarcarse con cuatro mil hombres de las tropas aliadas hacia aquella parte. En efecto dirige su marcha con tres mil colombianos y chilenos; desembarca en el puerto de Quilca, y toma la ciudad de Arequipa.


En estas circunstancias el General Sucre instó al Libertador porque le permitiese ir a tomar el valle de Jauja con las tropas de Colombia, para oponerse allí al General Canterac, que venía del Sur. Riva-Agüero había ofrecido cooperar a esta maniobra más su perfidia pretendía engañarnos.


No obstante esto, Sucre ruega encarecida y ardientemente al Libertador, para que no lo emplee en la campaña contra Riva-Agüero, no aún como simple soldado; apenas se pudo conseguir de él, que siguiese como un espectador y no como un jefe del ejército unido.


El Libertador cedió con infinito sentimiento, según se dijo, a los vehementes clamores del General Sucre. El tomó en persona el mando del ejército, hasta que el general La Fuente por su noble resolución de ahogar la traición de su jefe, y la guerra civil de su patria, prendió a Riva-Agüero y sus cómplices.


El General Sucre combatió con suceso a todos los adversarios de la buena causa; escribió con sus manos resmas de papel para impugnar a los enemigos del Perú y de la libertad; para sostener a los buenos, y para confortar a los que comenzaban a desfallecer por los prestigios del error triunfante.


El General Sucre después de la acción de Junín se consagró de nuevo a la mejora y alivio del ejército. Los hospitales fueron provistos por él, y los piquetes que venían de alta al ejército, eran auxiliados por el mismo General.






La Batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de catorce años, y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos.


El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada.






OBRA EDUCATIVA DEL MARISCAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE


 En fecha 9 de Enero de 1827, el Mariscal Sucre promulgó una ley relativa al “Plan de Enseñanza”, que complementaba al Sistema Escolar iniciado por el Libertador Bolívar. Dicho Plan comprendía: Escuelas de Primeras Letras, Colegios de Ciencias de Artes y Oficios, sociedades de Literatura y el Instituto Nacional. La enseñanza que estaba n manos de la Iglesia pasó al Estado; “ya no había que enseñar mucho catecismo y teología, sino materias prácticas y productivas”, según las ideas de Simón Rodríguez.


 En la época de José Antonio de Sucre, metodológicamente, el profesor era el único factor activo que se movía en la clase. Los alumnos repetían en voz alta instrucciones y eran divididos en grupos según su aprovechamiento. Tenían sobre ellos a los “bedeles” que vigilaban el orden y comportamiento de los escolares. Se imponían castigos para los que no cumplían las obligaciones establecidas. Según esta ideología, la memoria era el ojo de los estudios y el aprendizaje, la repetición de las lecciones “como agua”. El razonamiento y comprensión inteligente no tenían parte.


 Sucre tenía un profundo criterio y una de sus muchas obras en bien de la Educación fue que fundó la Academia Militar.


 Pasó al Estado gran parte de las propiedades de la Iglesia y las transformó en orfanatos, hospitales y colegios beneficiando así a la sociedad en su conjunto.


 Puesto que la población indígena era muy grande en Bolivia en aquellas épocas, el Libertador Bolívar consciente de que la misma se encontraba sumida en la ignorancia decretó la abolición de la servidumbre e imposiciones tributarias y el Mariscal Sucre se encargó de ejecutar tal benigna orden, favoreciendo en parte a aquellos desposeídos que con aquella nueva Ley podrían tener acceso a la educación al menos.






CURIOSIDADES


Última carta a Bolívar


Escrita en Bogotá el 8 de mayo de 1830:

El dolor de la más penosa despedida. No son palabras las que pueden fácilmente explicar los sentimientos de mi alma respecto a Vd.: Vd. los conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado el más tierno afecto a su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y me lisonjeo que Vd. me conservará siempre el aprecio que me ha dispensado. Sabré en todas circunstancias merecerlo. Adiós, mi general, reciba Vd. por gaje de mi amistad las lágrimas que en este momento me hace verter la ausencia de Vd. Sea Vd. feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicios y con la gratitud de su más fiel y apasionado amigo".
UN POQUITO ACERCA DEL GRAN MARISCAL DE ZEPITA


Andrés de Santa Cruz nació el 5 de diciembre de 1792 en la ciudad de La Paz (actual Estado Plurinacional de Bolivia), fueron sus padres José de Santa Cruz Villavicencio, oficial del Ejército Real del Perú natural de Huamanga, hoy Ayacucho, y la hija del cacique de Huarina, supuestamente de ascendencia noble incaica la indígena altoperuana Juana Basilia Calaumana. Realizó sus primeros estudios en los colegios San Francisco del Alto Perú (actual Bolivia) y San Buenaventura del Cusco, en este último conoció a quien sería su posterior aliado y encarnizado rival Agustín Gamarra.


A los 17 años se unió al ejército realista como alférez del regimiento "Dragones de Apolobamba". En 1815 participó en la develación del levantamiento independentista del brigadier Mateo Pumacahua, para luego emprender la ofensiva sobre Tucumán a órdenes del general José de la Serna cayendo prisionero del general Gregorio Aráoz de Lamadrid el 15 de abril de 1817 en la Batalla de la Tablada de Tolomosa. Estuvo prisionero en Tucumán y luego fue trasladado a Las Bruscas. Fugó en un barco inglés a Río de Janeiro y volvió a Perú donde se reintegró al ejército realista, tras caer nuevamente prisionero en 1820 en la Batalla de Cerro de Pasco, abrazó los ideales independentistas y se puso bajo el mando de José de San Martín.


Con el rango de coronel del Ejército del Perú mandó la División Expedicionaria que combatió en la Batalla de Pichincha a los órdenes del general Sucre y que supuso la toma de Quito por el ejército patriota, de igual manera mando las tropas peruanas en la Batalla de Zepita en 1823, siguió participando en las luchas por la independencia del Perú y del Alto Perú hasta la misma Batalla de Ayacucho. Tanto Bolívar como el mismo Sucre, recocieron la participación de Santa Cruz con varias muestras de elogio. Santa Cruz retorna al Perú con sus tropas victoriosas el 20 de septiembre de 1822. Se reconoce que Santa Cruz tuvo varias vacilaciones en ese momento; pero igual este hecho lo llenó de gloria y por esta acción recibió el título de GRAN MARISCAL DE ZEPITA. Recibió muchas críticas que hicieron que Santa Cruz reconociese el error cometido en Zepita, desde el punto de vista estratégico-militar por lo cual él tuvo que retirarse a Piura consagrándose a la vida privada. Bolívar lo sacó de su “ostracismo” y reconociéndole todas sus dotes militares, lo nombra Jefe del Estado Mayor del Ejercito Peruano, participando en la batalla de Junín el 6 de agosto de 1824. Con heroísmo y habilidad estratégica en la cual nuevamente Santa Cruz brilla con su propia estrella, donde Bolívar obtiene la victoria.


Luego del gobierno de Simón Bolivar, Santa Cruz fue nombrado presidente del consejo de Gobierno. En 1827 convoca el segundo Congreso Constituyente, que después de las elecciones, se instala el 4 de junio del mismo año bajo la presidencia del sacerdote Francisco Javier de Luna Pizarro. Santa Cruz se encontraba desempeñando como ministro plenipotenciario del Perú en Chile cuando se produce la invasión a Bolivia en mayo de 1828 por el ejército a órdenes del general Agustín Gamarra. El 6 de julio de 1828 se firma el Tratado de Piquiza, por el cual el presidente Antonio José de Sucre fue depuesto.


Desde el principio Santa Cruz fue partidario de la unión del Alto y Bajo Perú, por lo que se opuso a Simón Bolívar y lo destituyó como presidente vitalicio del Perú. En 1829, fue proclamado presidente de Bolivia tras la renuncia de Antonio José de Sucre y luego de imponerse a sus opositores. Antes de asumir funciones como jefe de gobierno de Bolivia a su paso por Arequipa contrajo matrimonio con la dama peruana Francisca Cernadas con quien tendría numerosa descendencia.


Liberal de talante organizador, impulsó una serie de medidas reformistas, pacificó el país, reestructuró las maltrechas finanzas, y creó, mediante un decreto en 1836, la Confederación Perú-boliviana. Fue el artífice de la Constitución liberal de 1831, la cual abolía la esclavitud, destacan las mejoras en el campo económico y educativo, al tiempo que adoptó los códigos napoleónicos y reorganizó y profesionalizó el ejército.


Un 12 de Junio redactó su testamento y un día, al subir las escaleras de su casa, se desploma de súbito. Cuando sus hijos acuden a asistirle, encuentran que los ojos de Andrés Santa Cruz y Calahumana, están ya velados por la muerte. Era la una de la tarde del 25 de Septiembre de 1865.






LA EDUCACIÓN EN LA ÉPOCA DEL MARISCAL ANDRÉS DE SANTA CRUZ


 Dispuso el Método Bell y Lancaster en reemplazo del método de Conferencias y Discurso verbal. El Método Lancaster consiste en que el maestro utiliza alumnos capacitados como “bedeles” o monitores que vigilan a sus compañeros, les prestan ayuda o explicación y cumplen encargos del maestro.


 En 1853 crea el Colegio Normal en la ciudad de La Paz, pero el Director nombrado no logró darle vida. Debían dictarse las cátedras de Filosofía, Derecho, Literatura, Economía Política, Ciencias Físicas, Matemáticas y Teneduría de Libros.


 Mediante decreto de 25 de octubre de 1830 funda la Universidad de San Andrés en La Paz cuyo primer cancelario o rector fue el obispo Dr. José Manuel Gregorio Indaburu.


 Por decreto de cinco de noviembre de 1832 funda la Universidad de Cochabamba.


 Introduce reformas a la Universidad de Chuquisaca.


 Crea escuelas, y colegios en tres capitales de departamento, levanta institutos de artes y oficios, funda asilos para huérfanos, aumenta el número de hospitales y bibliotecas en La Paz y Cochabamba, además crea infinidad de instituciones socioculturales.


CURIOSIDADES


El Mcal. Andrés de Santa Cruz era un excelente guitarrista, que interpretaba música del viejo mundo como también música con aires nacionales y hasta marchas indias de raigambre aymara. El Mcal. Santa Cruz estando como embajador en Francia invitaba a habituales veladas a artistas e intelectuales en su residencia, en las que a pedido de los asistentes interpretaba la guitarra, sobresaliendo la música folklórica boliviana y especialmente la indígena altiplánica, obviamente muy aplaudido por los presentes. Un asiduo asistente a estas “actuaciones” fue Giuseppe Verdi que en su celebrada Ópera “Aida” introdujo música aymará particularmente en la “marcha triunfal” que revela los compases de la marcha india titulada “HIJOS DEL SOL” O “ LUPI WAWANACA”
EL ESTADO OLIGARQUICO DE LOS CAUDILLOS


Los primeros años de la República, hasta el gobierno de José Ballivian (1847), el país comenzó a funcionar, a pesar de la crisis y la pobreza. A la caída de Ballivian se suceden una serie de caudillos como Manuel Isidoro Belzu, José María Linares, Mariano Melgarejo.


Después de una guerra de 15 años el país estaba en crisis. Ya no dependía de España, pero seguía en manos de minorías de comerciantes, hacendados y dueños de minas. La producción de plata era baja, el comercio difícil, los puertos marítimos estaban en Lima o Buenos Aires. Sucre creó un puerto en Cobija que igual quedaba lejos de los centros de producción.


No había de donde sacar dinero para los gastos dela nación por eso se re implantó el tributo indígena y los servicios personales, igual que en la Colonia. A comienzos de la independencia el tributo indígena representaba el 60 %. Esta situación duró hasta 1860, cuando hubo otra fuente de riqueza y las tierras de las comunidades fueron invadidas por los patrones.


Económicamente (a través del tributo) era el trabajo de los indios el que mantenía el país, pero políticamente ellos no tenían ningún poder: para ser ciudadano boliviano, según la Constitución de Bolívar había que saber leer y escribir y no depender de otros, como sirviente.


“La Independencia de Bolivia en los hechos significó la continuidad de la misma estructura ideológica, económica y social de dominación de la colonia. La eliminación de la servidumbre decretada por Simón Bolívar no pudo concretarse debido a su casi inmediata restitución por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, el 2 de Julio de 1829, y por las medidas de despojo de tierras de Comunidades Indígenas, que favoreció la expansión de la hacienda feudal. Refrendadas posteriormente por el Gobierno de Frías con la Ley de Ex-Vinculación, en el año 1874. Todo esto nos muestra un poder estatal con mentalidad colonial que consideraba al indio como bestia de carga.”


Sin embargo en este periodo aparecieron algunos fenómenos ya muy “sugestivos”:


1. El cobro anticipado de la contribución indigenal algunos meses antes de los plazos señalados; la distracción de fondos de la contribución indigenal por los recaudadores, ruina de sus fiadores y quebranto de la hacienda pública, eran fenómenos que a partir de mediados de siglo se transformaron en problemas económicos de primera magnitud, especialmente el relativo cobro anticipado pues las necesidades del Estado aumentaban constantemente y las bases sociales y nacionales del tributo mostraban una tendencia a desaparecer. Este contradictorio fenómeno es esencial para la comprensión de la Historia de Bolivia en el siglo XIX. Por decreto de 17 de Octubre de 1853, durante el gobierno de Belzu quedo prohibido en toda la República el cobro anticipado, aún por un solo día. Un decenio más tarde, por Ley de 25 de Agosto de 1861, fue autorizada la cobranza anticipada de la contribución indigenal “para satisfacer las premiosas necesidades del servicio público”


2. Otro fenómeno que empezó a tomar cuerpo fue el de la cobranza paralela de la contribución indigenal por los diversos gobiernos establecidos en la República en el curso de las guerras civiles y de las revoluciones. Cada Gobierno cobraba por su cuenta y riesgo la contribución indigenal par financiar su actividad. Esta práctica no ofrecía mayores dificultades porque cada gobierno se decía representar al Estado, o sea, al señor del dominio directo. Los tributarios no discriminaban la legitimidad de los gobiernos sino solamente en el caso de la doble tributación. En tiempos normales, con la existencia de un solo Gobierno, los recursos obtenidos de l tributo indígena y demás recursos del Estado, eran centralizados en la Contaduría General de Valores, establecida desde 1826 y que funcionaba en Sucre.


3. Durante la administración de José Ballivian se efectuó una operación de Crédito Público similar ala de 1826, y fue autorizada la emisión de billetes por 3 millones de pesos al 6% de interés. Estos billetes, en su valor nominal, sirvieron fundamentalmente para la compra por parte de sus tenedores de bienes nacionales, es decir, de fincas consideradas como propiedad del Estado. Esta experiencia influyó mucho en las clases poseedoras bolivianas, haciéndoles ver la posibilidad de utilizar al Estado como instrumento para la liquidación futura de las tierras de comunidad indígena.






CURIOSIDADES


LA "TOMA" CHILENA DEL TITICACA



Montero escapó a Puno a toda prisa. Allí, en la orilla del Titicaca, abordó con sus hombres un pequeño navío, el "Yavarí", para marchar hacia el puerto lacustre de Chililaya, en Bolivia, donde le esperaba el General Campero con dos batallones bolivianos.


Campero, iluso y desconectado de la realidad que vivía el Perú por esos días, creía que su modestísima tropa bastaría para salir a defender a Arequipa. Sin embargo, enterado de los pormenores de lo sucedido según se lo relató el propio Montero, la desazón se apoderó del líder altiplánico. De inmediato comenzaron a negociar la posibilidad de iniciar hostilizaciones y atrasar más aún la rendición de Bolivia que, como hemos dicho, llevaba largo tiempo conversándose con Chile con tiras y aflojas de parte del gobierno paceño, destinados a ganar tiempo y a impedir que los chilenos decidieran ocupar el Palacio Quemado, prácticamente desprotegido y al alcance de la mano de las fuerzas chilenas. Pero la falta del mismo sentido expansionista que por años le ha achacado Bolivia injustamente a Chile, evitó que la bandera chilena flameara en La Paz.


Mientras, se había dado la orden de perseguir a Montero. Una división comandada por el Coronel Dublé Almeyda, formada por los batallones Lautaro y Coquimbo, un escuadrón del Carabineros y Artillerías, salieron desde Arequipa hacia Puno por la línea férrea, abordando tres trenes. Al llegar a la ciudad del Titicaca, sus autoridades locales entregaron de inmediato el lugar y se declararon en favor del gobierno de Iglesias.


Sin embargo, misteriosos peruanos y bolivianos intentaron imitar las guerrillas de la Sierra y, valiéndose de los botes de totora que usaban los indígenas en el lago, hicieron desde sus aguas algunas descargas contra posiciones chilenas intentando amedrentarlos.


Por esta razón, el Coronel Velásquez decidió contestar con un golpe genial que sembrara el miedo en las comarcas sin necesidad de despliegues de fuerzas, por lo que solicitó enviar a Puno, desde Mollendo, una pequeña lancha torpedera desarmada, la "Colo Colo", que llegó por ferrocarril poco después. En Puno, el Teniente Ángel Custodio Lynch Irwing la rearmó con sus ingenieros y se embarcó con un Guardiamarina y otros 25 hombres, paseando la bandera chilena por las aguas del Titicaca durante unos días.


El efecto provocado por el paso de la "Colo Colo" fue santo remedio para amedrentar a las indiadas locales, sin necesidad de enfrentamientos. Muchos de los navíos refugiados en Chililaya se entregaron voluntariamente a Dublé Almeyda.


Chile consiguió tomar las aguas del lago más alto del mundo, con la sola presencia de esta nave torpedera
EL ESTADO OLIGARQUICO MINERO FEUDAL EMERGENTE


“El estado oligárquico minero – feudal emergente fue marginador de la gran mayoría de los habitantes. Desde su constitución, etnocida, ya que no cuidó de sus grupos indígenas, os condenó a una vida miserable de abandono y muerte”.


En esos años no había estabilidad política, pero poco a poco las familias oligarcas de comerciantes y dueños de minas se fueron recuperando. Así las familias mineras de : Aniceto Arce, Gregorio Pacheco, José Avelino y Félix Avelino Aramayo, consolidaron su poder; quienes, por medio de préstamos del exterior, modernizaron el trabajo en las minas, logrando derogar el monopolio estatal de la comercialización de los minerales de plata. Estas familias todavía no se ocupan directamente del gobierno, pero los caudillos, estuvieron siempre a servicio de los nuevos ricos.


CURIOSIDADES


Cómo descubrió Patiño el Estaño en Bolivia:


Juan del Valle (1564), uno de los conquistadores españoles fue el primero que llegó a la montaña de Llallagua y presintió que sus colocaciones exteriores eran señal de que estaba grávida de metal. Con unos pocos soldados y algunos indios conocedores de la región, comenzó a excavar cerca de la cima buscando la plata que daba fortuna a otros de sus compatriotas en otras regiones de los Andes. Quiso atraer la ayuda divina cambiando el nombre indígena Intijaljata de la cumbre más alta por el muy cristiano de Espíritu Santo. No tuvo suerte ni con el truco del bautizo. Abandonó el lugar desilusionado y se perdió para siempre en la oscuridad del tiempo y la distancia. Nadie habría sabido de su existencia y de su paso por Llallagua si los habitantes de la región, en sus sucesivas generaciones, no hubiesen mantenido el nombre de Juan del Valle para la segunda cumbre, aledaña a la Espíritu Santo, en la que estaba la mina abandonada. Pero la veta descubierta por el español fue la misma que Honorato Blacutt redescubrió en la década de 1870. En 1872 pidió cuatro hectáreas alrededor del agujero empezado por el conquistador ibero tres siglos antes. Puso el nombre de "La Salvadora" a su pequeña concesión y a cuyo trabajo se dedicó incansablemente durante 20 años. No encontró la plata que buscaba; en cambio, había descubierto nuevamente, después de trescientos años, una semilegendaria veta. Pero se trataba de un complejo de baja ley de mineral de estaño, con muy poco valor, para el que no existían compradores en esa región, además de que los fletes de transporte eran altos. El resultado fue que agotado su magro capital, Blacutt, envejecido por sus preocupaciones y fracasos, vendió la mina a David Olivares. Este la hizo trabajar con el empírico Sergio Oporto, pero sus recursos se le agotaron en pocos meses. Oporto, que vio algunos indicios halagüeños, compró la mina a su empleador por 80 bolivianos (más o menos 30 dólares) en forma legalmente reconocida. Oporto, corto de fondos necesitaba nuevo capital o crédito para continuar, Necesitaba víveres, dinamita y algún dinero para pagar los salarios que adeudaba a sus cinco peones. Es así que se dirige a Oruro, la firma "Germán Fricke y Compañía", donde trabajaba Patiño, le negó a Oporto más préstamos. Patiño hizo una proposición formal a Oporto: "Desde que dejé el colegio para trabajar y siempre que he podido he ahorrado algo, aunque sea unos centavos, con la esperanza de reunir un capital que me permitiese tener un negocio propio, de preferencia minero. A costa de muchos sacrificios he reunido hasta unos 5.000 bolivianos. Estoy dispuesto a arriesgarlos en su mina. Hagamos una sociedad con el nombre de "Patiño - Oporto". Yo daré el dinero que vayamos precisando para jornales, víveres y materiales. Usted dirigirá los trabajos personalmente. Tendría la obligación de mandarme un mínimo de 40 quintales mensuales de barrilla de estaño. La ley del mineral no tendría que bajar de 65 por ciento. Yo los vendería a los señores Fricke. Seguiría trabajando como empleado de ellos para no perder mi sueldo y para mantener el contacto. Del producto de las ventas descontaríamos los gastos, separaríamos algo para reinversión y ampliación y de la utilidad que quede nos dividiríamos por mitad. Desde la primera vez que he ido por allá la montaña de Llallagua me ha dicho algo. Tengo fe en ella. Todo depende de que trabajemos con entusiasmo y seriedad. Estoy seguro que alguna de las vetas que el señor Sainz y el ingeniero Minchin han encontrado en los costados debe llegar hasta la cumbre Juan del Valle. Yo me encargaría de hacer la escritura de la sociedad ante un Notario. Usted tendría que volver a la mina de inmediato".
Oporto aceptó y ambos formaron una sociedad legal para explotar “la Salvadora”. Patiño había adelantado previamente algún dinero. Oporto continuó como administrador de la mina, produciendo pequeñas cantidades de concentrados de estaño. Patiño, por su parte, permaneció en Oruro vendiendo los minerales y enviando, en cambio, dinero, alimentos y abastecimientos. Mientras conservaba todavía su puesto en la compañía Fricke, sembraba en la mina el escaso dinero que podía ahorrar de su sueldo.


Después de tres años de trabajo infructuoso, Oporto llegó al convencimiento de que ya no podía resistir la situación por más tiempo, por lo que propuso a Patiño que vendieran la concesión.


¿Vender la mina? Ud. venda su parte si lo desea, pero yo no venderé la mía", fue la respuesta de Patiño, quien gozaba repitiendo estas palabras ante sus amigos, al recordar la historia unos años más tarde. Fue así que Patiño compro la parte de Oporto y asumió las deudas de la sociedad, liberando a Oporto de toda responsabilidad por sus obligaciones. El documento público por el cual Patiño compró a Oporto su media parte en la mina La Salvadora fue firmado el 16 de agosto de 1897.


Patiño renunció a su puesto en la compañía Fricke. Había dicho tiempo atrás a su socio: "La vista del amo engorda al caballo". Le tocaba ahora a él poner en práctica tal consejo. Cargado de deudas, pero propietario de la mina “La Salvadora”, se preparó a cambiar las relativas comodidades que le ofrecía Oruro por la inhóspita cumbre del cerro Espíritu Santo. El campamento estaba a unos 4.400 metros sobre el nivel del mar.


Convenció a Arturo Fricke que la única manera de cobrar lo que le adeudaba "La Salvadora" era darle nuevos medios para seguir trabajando la mina. Necesitaba más avios y dinero. La firma conocía su seriedad y honradez, y con su entusiasmo y convicción acabaron por ganar el apoyo de Fricke.


Poco después llegó el capataz Menéndez, contratado por Patiño, a quien esperaba encontrar aguardándolo en la mina; vino con un sirviente y con una escuálida mula cargada de provisiones.


Ahí estaba Patiño, viviendo penosamente en una diminuta cabaña toscamente construida. El futuro se vislumbraba incierto, pero el hombre era empecinado, y después de pocas horas de indecisión se puso a trabajar tan arduamente que no le quedó tiempo para pensar en el futuro. Patiño descubrió en muy poco tiempo que su sangre estaba infectada por el virus de una incurable enfermedad: la minería.


Patiño era el pobretón entre sus vecinos poderosos, como Pastor Sáinz, el ingeniero británico john B. Minchin, y la firma francesa, Bebin Hermanos, con sólo cuatro hectáreas, explotaba sin maquinaria a motor, sin otras herramientas que taladros manuales, martillos, picos y una chancadora a mano para moler el mineral. Después de esta operación, los trozos de mineral, separados también a mano, se cargaban en llamas que necesitaban tres o cuatro días para llegar hasta Challapata, la más cercana estación ferroviaria.


Los gastos continuaban ascendiendo y las perspectivas eran ya muy precarias cuando se produjo una tragedia de vastos alcances. Estalló la guerra civil en toda la extensión del Altiplano así como en algunos de los valles centrales. Los últimos días de 1898 no auguraban un feliz año nuevo para Bolivia.


Durante los desórdenes causados por la revolución, Los propietarios y administradores de minas y casas comerciales buscaron asilo en Oruro. Simón I. Patiño se mantuvo impertérrito en la cumbre de Llallagua. Tenía el presentimiento de que la montaña estaba a punto de hacerle una gran revelación. Uno de los caciques, que trabajaba con él como arriero, le aconsejó que abandonara “La Salvadora” y se fuera a la ciudad y le ofreció cuidar la mina durante su ausencia. Al encontrarse sin trabajadores ni abastecimientos, Patiño no tuvo otro remedio que acceder.


El descanso forzado había proporcionado renovada confianza al minero de “La Salvadora”. Sus trabajadores retornaron y poco después todo se hallaba marchando al vigoroso ritmo de antaño.


Un día el arriero que llevó los sacos de barrilla a Oruro volvió trayendo en sus mulas a una joven y sus tiernos hijos. Era Albina Rodríguez Ocampo, la muchacha que Patiño eligió como esposa y con quien se casó en 1889, cuando ella tenía 16 años y él 29. La joven había comprendido cuán dura era la tarea y la soledad de su marido en la montaña y venía a ayudarle y acompañarle. Aún más, habla vendido las pocas joyas que poseía y traía consigo unos miles de bolivianos para que se pagasen los jornales atrasados y se emprendiesen nuevos trabajos.  Patiño se conmovió hasta las lágrimas con el heroico gesto de su esposa.



-“No debías haber venido” -le dijo sollozante-. “Yo me habría bastado solo... ¡Y tus joyas... ! Has hecho como la reina de España. ¡Algún día te construiré un palacio!”. De allí en adelante tendrían que hundirse o salir a flote juntos, lo cual no representaba ningún problema: Patiño no era de los que se hunden.


Pasaron días y semanas sin que nada denotara la existencia del filón tan ferviente e impacientemente buscado. Tal vez Patiño había presentido esa veta o puede ser que sólo hubiera tenido una corazonada, pero el caso es que aumentó el número de sus trabajadores y pasaba la mayor parte de su tiempo dentro de la mina.


Cierto día en que los esposos Patiño estaban ocupados en su merienda oyeron que el capataz Menéndez venía corriendo hacia ellos dando grandes voces.


"Don Simón venga a ver lo que hemos encontrado... Debe ser plata pura. ¡Es una veta ancha!".


Al escuchar la palabra plata el corazón de Patiño se estrujó de angustia. ¡Quién sabe si era la veta que Juan del Valle buscó tres siglos antes! Un hallazgo así habría sido providencial en la era de la plata, pero no en 1900. Hasta 20 años atrás habría sido una herejía para un minero boliviano maldecir la aparición de plata. El la maldecía si estaba metida en su "Salvadora". La montaña de Llallagua no podía burlarse de quien la trabajaba con tanta dedicación. ¿Por qué iba a dar estaño a Sainz, Minchin, los Bebin y otros y no a él? ¡La Pachamama no podía ser tan cruel!


Patiño ingresó al socavón, seguido de Menéndez, llevando con mano temblorosa la pequeña lámpara que alumbraba su camino. Le parecía que los latidos de su corazón retumbaban en la montaña. Llegó exhausto de emoción al paraje donde sus peones Mariano Muruchi, Daniel González, Ceciliano Miranda y Julián Frías estaban sentados de cuclillas, masticando coca, al lado de los pedazos de roca desprendidos con los disparos de dinamita.


"Hijos -les dijo, recogiendo unos trozos- si esto es estaño tendrán una prima y haremos una challa a mi vuelta. Ahora iré a Huanuni para hacer examinar qué clase de metal hemos encontrado".


Tatay -exclamó uno de los barreteros- vamos a encender unas velas al Ckollo Auqui para que todo resulte bien".


Patiño dijo a sus trabajadores que se fueran a descansar y se quedó solo con Menéndez. "Cubramos la veta" dijo después de una pausa. "Yo iré a Huanuni al amanecer para que analicen las muestras; hasta que regrese, nadie debe entrar aquí, ¡Nadie!" Por lo tanto, cubrieron la veta con la oscura y plomiza arcilla que había sido extraída de las paredes a golpes de picota de los trabajadores.


Al amanecer emprendió camino a Huanuni, al caer la noche se dirigió inmediatamente a las oficinas de una firma británica, Penny & Duncan, y exhibió las muestras. El ensayista le había ofrecido tener los análisis al día siguiente, en cuanto le fuese posible. A eso del medio día el químico entregó a Patiño algunos papeles y lo felicitó efusivamente. Los resultados del ensaye indicaban que una de las muestras contenía 58 por ciento de estaño, otra 56 por ciento y una tercera 47 por ciento. Era la veta de estaño más rica de la región y tal vez la más rica del mundo.


Patiño partió de inmediato con dirección a Uncía y pasada la medianoche llegó totalmente fatigado a su adusta pero adorada mina La Salvadora. Un tumulto de ideas y de planes se agolpaban en su cerebro. El dueño de "La Salvadora" enfrentó la situación con filosófica serenidad. Su cambio de suerte no era el fruto de la casualidad, sino el resultado de seis años de trabajo y sacrificios, de su fe y tenacidad, de la concentración de sus esfuerzos, de meter en la mina todo lo que tenía, de la ayuda de su esposa. La montaña les habla quitado todo lo que poseían y ahora se los devolvía. La explotación de la mina comenzó en gran escala con un aumento en el número de trabajadores, que a golpes de martillo y picota extrajeron el expuesto mineral para triturarlo en el primitivo ingenio.
MODELO IDEOLÓGICO Y PEDAGÓGICO DE LA ÉPOCA


En este periodo, los valores, tradiciones y prácticas coloniales, perviven y constituyen una barrera difícil de superarse. Tenía los siguientes caracteres:


 Exaltación de los valores hispánicos y desprecio de lo nativo.


 El racismo blancoide que explicaba el atraso del país por la presencia del elemento indígena, y por el componente cholo o mestizo de la sociedad.


 Sobrevaloración de la lengua castellana y negación de las lenguas indígenas, sobre todo en el sistema escolar.


 Desprecio por el trabajo manual artesanal, industrial y apego por títulos universitarios de “doctor”.


 Marginación de la mujer del protagonismo socio político, así como de los beneficios de la educación, por prejuicios de tipo moral y religioso. Todos estos caracteres constitutivos del modelo ideológico del periodo justificaban la rígida mentalización social y, por tanto, la supremacía del criollo en la jerarquía social y el relegamiento del indígena a una degradante condición social humana.






CURIOSIDADES


En esta época se destacaron mujeres como Adela Zamudio, quieres saber más de ella?  Haz click aquí


MODELOS PEDAGÓGICOS APLICADOS EN EL PERIODO


En la primera fase oligárquica, en lo fundamental se intentó implantar el modelo pedagógico liberal, encamado en el Primer Estatuto Educativo “Bolivariano” , diseñado por Simón Rodríguez, en el que se recogen las ideas pedagógicas progresistas de la época. El Estatuto Bolivariano de la educación centra su enfoque sobre la formación de las escuelas-taller, ligando la educación a la educación a las bases productivas del país. Asimismo proyecta una educación crítica, donde el hombre sea educado para el ejercicio de su libertad y además ejercitar sus cualidades de ciudadano. Una educación democrática e igualitaria para todas las escuelas está concebida para que todos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres asistan.


Sin embargo, más allá de estas propuestas, las condiciones socio – económicas que se generaron en la primera época de la República hicieron que se estructure una educación elitaria, segregacionista y marginalizante. Los decretos de creación de escuelas en el campo apenas pasaban de actitudes demagógicas. Los pocos intentos por ligar la educación con la producción en las escuelas de artes y oficios se frustraron debido a que no se consolidaron por falta de recursos. La formación sistemática técnico-artesanal fue prácticamente inexistente y se realizaba en la misma forma y cánones de la época colonial, por medio de “maestros”. La característica más notoria de la instrucción era el academicismo orientado al foro, como perspectiva de la formación masculina y el altar para la mujer, como forma de encuadrarla en las “virtudes” del matrimonio. El centro de la instrucción eran las Universidades en las que la especulación en Teología o Derecho campeaban en un latín mal hablado. En este contexto ni remotamente se asoma la posibilidad de una educación en lenguas nativas que permita el enriquecimiento cultural de nuestro país.


Como contraposición a las ideas educativas de los libertadores, Bolívar y Sucre y al estatuto de Simón Rodríguez; en la época del General José Ballivian, 1945-1946, se promulgaron leyes educativas con la denominación de “Estatuto Frías”, por ser su autor el Ministro de Educación de Ballivian, Don Tomás Frías. Dicho estatuto se refiere a la Universidad, a la educación primaria y a su reglamento; determinando un retorno a las viejas concepciones y prácticas educativas del Periodo Colonial. Nuevamente las clases dominantes vuelven a preocuparse de la Universidad. Se retorna al latín, y o que es peor se establece el aprendizaje de 5 idiomas en la escuela primaria: castellano, francés, alemán, inglés y latín pero nunca lenguas nativas. Adoptándose como único método de aprendizaje el memorístico repetitivo.


El advenimiento del Presidente Manuel Isidoro Belzu cuya base social de sustentación fueron los sectores artesanales y campesinos, hecho que lo convirtió en su época en abanderado del proteccionismo, favoreció la promulgación de un Nuevo Estatuto Educativo “progresista”, el 6 de Agosto de 1853, en el que se re-establecen las ideas de Escuela-Taller, la enseñanza primaria universal, gratuita y obligatoria para todos los niños y niñas bolivian @s del país.


Finalmente, el Estatuto Educativo que mayor efecto de retroceso produjo, fue la famosa “Ley de la Libertad de Enseñanza”, promulgada en la presidencia de Agustín Morales, noviembre de 1872, en el contexto de la victoria política de la oligarquía minera feudal emergente.. Esta Ley es coetánea de la Ley que suprime el monopolio de la comercialización de los minerales de Plata y de la Ley que suprime el monopolio de la comercialización de los minerales de Plata y de la Ley de Ex – Vinculación de tierras de comunidades indígenas. La “Ley de la Libertad de enseñanza” delega al municipio la enseñanza primaria. Deja libradas la instrucción secundaria y superior a las empresas y esfuerzos particulares, sin restricción alguna. Dicha Ley no hace referencia a la orientación, ni a la tuición, de la educación por parte del Estado, y produce el cierre de importantes colegios y escuelas de la República.


CURIOSIDADES


Así murió el Presidente Agustín Morales:
Averígualo aquí


EL ESTADO OLIGÁRQUICO CONSERVADOR


Caracterización del periodo (1884 – 1899)


Esta época se caracteriza por la articulación minero – latifundista, por el dominio político del grupo minero de la plata, y por el establecimiento de las reglas del juego político. En este el sistema político establecido por la Convención Nacional de 1880, instaurado a consecuencia de pérdida de la Guerra del Pacífico, obligará a los militares a servir al poder civil. Los procesos políticos descansaran sobre la base de un estatuto electoral restrictivo llamado voto “calificado” y por tanto, se inaugura en Bolivia el sistema democrático electoral como base de alternancia en el poder.


De esta manera, para participar en las elecciones generales de 1884, hacen su aparición los siguientes partidos políticos:


 El Partido Constitucional, que representa los intereses del minero Aniceto Arce. Su candidato fue el Dr. Mariano Baptista, después el propio Aniceto Arce..


 El Partido Demócrata, que postula a la presidencia al empresario minero Gregorio Pacheco, quien gana las elecciones de 1884.


 El Partido Liberal, que tiene como candidato al Gral. Heliodoro Camacho.


 Pasadas las elecciones, el Partido Demócrata y el Constitucional se unieron para derrotar al liberalismo a futuro, de esa manera se fundó el Partido Conservador.


En el campo de la Economía, la minería de la plata se constituyó en la actividad más importante, vinculó la economía boliviana al mercado internacional. A partir de 1880 el estaño empieza a ser solicitado por el desarrollo de la industria, aparece la goma como otro producto de exportación. Se acentuó el despojo de tierras de comunidad por arte de las élites. Los latifundios mantuvieron un sistema semifeudal de explotación basado en la servidumbre de los indígenas, que se convertían en peones en las haciendas. Aquellos indígenas que migraron a las minas se transformaron en la mano de obra asalariada que tanto requerían los “patriarcas dela plata”.


La situación de despojo y de explotación del indio, generó una nueva y sostenida resistencia por parte de los grupos indígenas. Los comunarios presentaron continuamente demandas legales para defender sus derechos propietarios y, cuando no encontraron respuestas en la justicia, acudieron a las acciones violentas; siendo reprimidas por el ejército.


CURIOSIDADES


Al sur de la capital de Bolivia aún está en pie la casona que albergó a Antonio José de Sucre. Años después, fue comprada por Gregorio Pacheco.


Es una visión llena de recuerdos de familia. Aquí han estado varios ancestros míos. Aquí, en la posición en que estoy ahora, mirando este río eterno...”. Acodado sobre la balaustrada, la vista perdida en el rumor terroso del Cachimayo, Alberto Marion ha detenido el tiempo en su hacienda de Kantu Nucchu, 21 kilómetros al sur de Sucre, una tarde soleada. Una brisa fresca asciende del río a la galería y trae resabios de otras épocas. El Cachimayo se antoja como lo vio Carolina Freyre, madre de Ricardo Jaimes, el primer modernista boliviano: “Río de pobres aguas al presente y poderoso y sin vallas durante las lluvias”. La escritora peruana paró por estos pagos en 1886 y convino con Balzac en eso de que “el paisaje tiene ideas”. Recuerdos, más que nada.


Todo habla en este paraje donde se condensa la historia. La corriente llega desde Potosí y traza su curva de ballesta para desembocar hacia el Pilcomayo. Don Alberto señala un punto del cauce y recuerda a su bisabuelo, quien fuera presidente de la nación y patriarca de la plata, don Gregorio Pacheco. Esta era su propiedad más querida. “Este río cuando lleva turbión es muy caudaloso. Acá salvó de las aguas Pacheco a un anciano que era arrastrado”. El aura de filántropo del minero excede el panegírico que sobre él escribió, a modo de biografía, don Jaime Mendoza.


A las espaldas de don Alberto, que frisa los sesenta años, una espaciosa sala espolea el caballo de la imaginación. Dos bustos, de Pacheco y de su esposa doña Corina, presiden una decoración de fin de siglo XIX. “Se trajeron a los mejores artistas franceses de la época”, informa Marion. Papel colorido en las paredes y oleografías de pintores impresionistas dan fe de ello. En aquel cuarto se despacharon los destinos de la patria, durante los cuatro años de gobierno de don Gregorio (1884-1888). Diplomáticos, ministros y demás notables de chalina gozaban la hospitalidad del hacendado los fines de semana entre vinos de Jerez y cigarros habanos. Allá estuvo Arce, la mayor fortuna de la plata, que competía por entonces en Sucre con Pacheco y Melgarejo. La gente del lugar todavía recuerda el paso del dictador por Nucchu, se supone que en una de las frecuentes razzias que acometía por el país para sofocar rebeliones. Don Gregorio, que aún no había alcanzado la presidencia, no estaba entonces en la estancia. Su mujer, doña Corina, lo acogió con cordialidad. Al fin de la cena, Melgarejo, borracho perdido, tuvo el capricho de bailar cueca con la señora que era, a decir de don Alberto, “una puritana bárbara”. Ella se negó y ya debía estar don Mariano por pasarla por las armas, como dicen hizo una vez con su camisa, cuando fue la hija de Pacheco, Clementina, quien decidió bailar con él, para soslayar la tragedia. Fue así como una niña de 12 años pudo aplacar a la bestia.


El clima es agraciado en Nucchu, cinco o seis grados más que en Sucre, y no hay quién arranque al señor Marion del barandal. “En este mismo pasamanos, dicen, estaba apoyado don Adolfo Ballivián una vez, ya en sus años crepusculares. El militar se restablecía en Nucchu de sus achaques. Dicen que acá vieron, los que lo acompañaban, un cóndor. Pese a que estaba muy enfermo, apuntó tembloroso y el cóndor cayó. Era muy buen tirador Ballivián”. Como se ve, Nucchu se convirtió con Pacheco, a fines del siglo XIX, en un panal que atraía personalidades de holgada talla. La hacienda, sin embargo, siempre estuvo en el eje de poder y desde que los españoles la integraron al mayorazgo de Cachimayo, fundado en 1581, ganó fama como una de las propiedades agrícolas más prósperas del país. Era entonces el núcleo de una extensión que abarcaba desde el nacedero del río hasta los aledaños de Sucre. De aquel tiempo data la casa colonial, que hoy se ha restaurado como parador turístico, y el molino de Nucchu. Conviven pues tres construcciones. Esta, la más antigua, la que ordenó levantar Pacheco a fines del siglo XIX y otra, lamentablemente derruida, en la que el glorioso Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, consumió sus últimos días en Bolivia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario